Junto a tus socios o de manera individual, trabajas cada día para levantar tu empresa porque crees en el proyecto y en la idea. Sacrificas tiempo, capital y esfuerzo en ello para que tenga un futuro e incluso como un legado para tus descendientes. Sin embargo, solo 30% de las empresas familiares sobreviven a la segunda generación.
Levantar una empresa es un trabajo arduo en el que invertimos años de trabajo, esfuerzo, sacrificio y capital de forma individual o junto a socios. Los empresarios lo hacemos de buen grado porque creemos en el proyecto y queremos llevarlo adelante.
Pero… ¿Y si te pasa algo? ¿Te has planteado qué será de tu empresa si falleces o quedas incapacitado para trabajar?
Si eres el único socio, pensarás que no hay problema porque el fruto de tu esfuerzo será para tus herederos. Pero, ¿y si tus herederos no pueden o no quieren continuar con tu legado? ¿O si son menores?
En muchas ocasiones las empresas se malvenden debido a las necesidades económicas de los herederos, de las deudas sobre la sociedad o por desconocimiento del potencial real de la empresa. Los duelos no son buenos consejeros a la hora de liquidar o traspasar negocios. Hay casos de sobra conocidos.
En el caso de una empresa de varios socios, el fallecimiento de uno de ellos supone que sus herederos se conviertan en “nuevos socios”. Y aquí podemos encontrarnos en el mismo caso que antes, que no tengan interés en el negocio y/ o necesiten vender cuanto antes su participación. Si el resto de los socios no tienen capacidad financiera para hacerse cargo de ella, deberán endeudarse para comprar su parte, aceptar de socios a los herederos (sea cual sea su capacidad o implicación) o incluso a otros completamente ajenos.
Esta es una de las claves por las cuales las empresas familiares no sobreviven a la segunda generación. Por que no hay un plan de sucesiones que aseguren el control de la empresa.
Para evitar estos problemas, en Axa tenemos un seguro de Vida Riesgo que pueden tomar las empresas para asegurar a sus socios. Con nuestro seguro, en caso de fallecimiento de uno de los socios, el resto de ellos disponen de capital suficiente como para comprarle su parte a los herederos. Este blindaje accionarial debe estar recogido en los estatutos de la sociedad y es un trámite sencillo que ahorra muchos problemas.
También puede contratarse para evitar la entrada en la empresa de terceras personas y garantizar la propiedad de la misma por parte de los socios. Con nuestro seguro, en caso de fallecimiento de uno de los socios, los otros se garantizan disponer de un capital equivalente al valor que cada socio posee de la participación accionarial en la sociedad. Para que sea efectiva, los estatutos deben reflejar la obligación de compra de la parte de los socios fallecidos.
¿Y si soy el único socio?
Entonces el seguro lo que hace es proteger a tus herederos para que puedan afrontar la situación con tranquilidad y sin presiones económicas. El capital del que dispondrían les permitiría vender la empresa si no quieren continuar, pero sin tener que aceptar ofertas injustas. También hacer frente a los pagos de liquidación de la misma. Y si quisieran seguir con la empresa pero no tienen capacidad para ponerse al frente de la misma, poder contratar un gerente profesional que pueda seguir haciéndola crecer.
Pensar en el fallecimiento de un socio o de uno mismo no es algo agradable, pero los empresarios sabemos que para la supervivencia de nuestros proyectos es indispensable tener visión estratégica y contemplar los peores escenarios posibles. Por eso, es vital que empieces a plantearte la sucesión de tu empresa para que esta te sobreviva.
Llámanos o ponte en contacto con nosotros y uno de nuestros expertos te ayudará a establecer el mejor plan de sucesión para tu empresa.
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